miércoles, 26 de mayo de 2010

Perras hediondas.


Divas, estrellas fugaces, ocultos placeres entre las piernas. Manos hábiles y labios de lenguas inquietas.
Largas piernas que patean las calles en busca de trabajos que no duran más de una hora (según un contrato oral preestablecido). En la noche morbosa, sus cuerpos se exhiben a los conductores, que huyen en busca de la pasión que sólo ellas saben profesar.
Los clientes de las doncellas de cuero corren a encontrarse con ellas, que esperan medio desnudas, de pie junto a la cuneta, ardiendo en deseo de poder darle todo cuando está necesitando, deseando. Esa lujuria que sus esposas no desean entregarles y con la que las ninfas del extraradio saben jugar tan, tan bien.
Ellas fingen disfrutar al máximo, y podrán ser todo cuanto tú les pidas. Pero cuando el tiempo se agote y enciendan un cigarro, será mejor que pagues y te pierdas de nuevo en tu coche. Es entonces cuando ella podrá disfrutar de verdad, regodeándose en el humo de su tabaco y abanicándose con el dinero que has tenido que abonar.

jueves, 13 de mayo de 2010

Mm...

A veces pienso, ¿es bueno pensar en algo demasiado?, y a mi mente acuden, de forma instantánea dos respuestas:
-Sí, eso significa que aquello en lo que piensas realmente te importa y pensar ayuda a no equivocarte.
-No, pensar tanto no hace mas que dar preocupaciones, y, aunque a veces te ayude a solucionar estas preocupaciones, es mejor vivir sin ellas salvo cuando se te presenten y no puedas evitarlas.

martes, 4 de mayo de 2010

E día en que nacieron los colores

Cuenta la leyenda, que hace muchos, muchos años, en la Tierra no existía el color, y todo estaba cubierto por la oscura y grisácea capa de la desesperanza. Nadie conocía el verdor de la hierba, el azul del cielo, el carmín de las rosas en primavera… En todo el mundo no se podía ver un poco de alegría. La creatividad ni siquiera se había pensado, y la esperanza era un don que ninguno de los humanos había recibido.
El mundo andaba en una triste decadencia de la que pronto sería víctima, a la que sucumbiría, destruyéndose a sí mismo, muriendo de pena.
Pero pasó algo que cambió el destino de la humanidad. Un simple encuentro que logró dar la vuelta a todo cuanto los humanos conocían. Un niño de pálida piel y oscuro cabello gris caminaba sin dirección por una extensa pradera sin brillo. Entonces, en mitad de la monotonía del ambiente, que se balanceaba entre lo taciturno y lo lúgubre, una gran mariposa se posó sobre la nariz del muchacho, que retrocedió asustado ante el maravilloso fulgor de sus alas. El niño gritó, pero el animal no se movió de donde estaba. Sus grandes alas azules se agitaban sobre el rostro del muchacho, que las contemplaba ensimismado.
Pudo entonces sentir cómo la ilusión inundaba su alma y la esperanza se arrebujaba en su corazón. Sus ojos se tiñeron de azul y sus mejillas se ruborizaron. Su pelo abandonó el antiguo gris para lucir un brillante castaño. Una gran sonrisa se forjó en su rostro, llenando su alma de ideas y aventuras que se moría por contar, colores y paisajes que ansiaba poder dibujar, música que necesitaba cantar…
La mariposa se marchó entonces para seguir llenando el mundo de color y alegría, predicando la esperanza y expandiendo la fantasía, convirtiendo aquel triste mundo de grises en un lugar lleno de entusiasmo y alegrías de todo tipo, tornando los suspiros en risas e inundando los corazones de amor y cuentos.