domingo, 7 de marzo de 2010

Diamantes

Este relato no cuenta nada, no expresa nada. Pero tenía ganas de escribirlo, y me parece que tengo que publicarlo aquí, no me preguntéis por qué. Espero que os entretenga, como mínimo :P

No sé qué hora es. Hace días que perdí el reloj en mitad de todo este desorden. Lo único que puedo decir es que afuera está oscuro. Creo que es sábado, pero no me hagáis mucho caso. Muchos dicen que estoy loca.
En la pantalla del televisor, Audrey Hepburn canta “Moon River” desde su ventana. Yo estoy aquí sentada, con un largo y bonito vestido de novia. Sobre la encimera hay una gran tarta altísima en cuya cúspide, una bonita pareja de novios saludan con ilusión.
Hace meses que no salgo a la calle. Me paso los días vagando entre cajas de pizza vacías, ropa tirada en el suelo, libros abiertos en las mesas… Tengo suerte de poder comprar por Internet.

Normalmente, mi rutina se limita a estar aquí, viendo películas antiguas, cantando blues a pleno pulmón y contemplando la enorme tarta de la encimera, recordando. Cómo me gustaría poder irme a Tiffany’s y pasar el día entre sus brillantes y su cálida gente. Nada malo puede pasar en Tiffany’s. Pero no puedo, así que me limito a estar aquí, sola, con el maquillaje corrido por las lágrimas y el pelo enmarañado bajo el velo de novia.
Creo que tenía un gato por ahí, espero que sepa sobrevivir entre tanta basura desparramada por toda la casa. Seguro que sí. Supongo que imagináis cómo se llama. ¿No? Pues se llama Gato, en honor a aquel pobre infeliz sin nombre que vivía con Audrey.

2 comentarios:

  1. Jajá, dios!, me ha encantado, y me gustaría leer una segunda, tercera, cuarta y quinta parte de esta historia! :D
    Para ver que tal le va a esta chica....
    y como seguiría su vida.
    Genial como siempre marcos. :3

    ResponderEliminar