lunes, 8 de marzo de 2010

Rubíes

A petición de Anaís, aquí viene la segunda parte de Diamantes. Quizá escriba más, quién sabe. Seguid atentos al blog y lo descrubriréis.

Hoy tengo un día rojo. Según Audrey Hepburn (ya habréis comprobado que es casi el centro de mi vida), un día rojo es uno de esos días en los que tienes miedo y no sabes por qué.
Esa sensación de impotencia y ganas de llorar se apodera de ti sin ofrecer una tregua, y a ti no te queda más que desplomarte en el sofá y llorar lo que te pide tu alma, provocando que el rimel se corra más y más. Pronto manchará el vestido, pero ya no importa. Ya no podré usarlo jamás. El día en que poder estrenar este vestido ya pasó, y nunca volverá.
Ahora no puedo hacer otra cosa que no sea estar aquí tirada frente al televisor, bajo una gran manta de color azul, contemplando cómo Dorothy pasea sobre el camino de baldosas amarillas. Si yo pudiese pedir un deseo al mago de Oz… Maldito rimel, no es capaz de aguantar unas simples lagrimuchas de nada. He estado a punto de levantarme y lavarme la cara, pero he sabido sobreponerme. No merece la pena.
Creo que los novios de la tarta se han reído de mí. Les lanzo uno de mis zapatos de tacón y consigo hacerles caer de su torre de amor. Malditos sean… ¿No son capaces de sentir un poco de compasión por mí? Será mejor que me quite el otro zapato. Qué bonito es… Aún recuerdo cuando los elegí. Eran perfectos para mí; para él. Dos bonitos zapatos de cristal con unos altos tacones. En la parte delantera, brillantes incrustados que reflejaban el Sol. Unos zapatos únicos, sólo para una ocasión tan especial…
Lo lanzo contra unos platos a los pies de la mesa y sigo mirando la televisión. Malditos días rojos…

2 comentarios:

  1. Maldita dulcura la de los duendes.
    :)
    Me gusta, como siempre, aun que este me gusta algo más,por que por primera vez en mucho tiempo alguien me dedica una linea entera en un sitio del mundo.
    Gracias por la segunda parte. :)
    Un besillo.:3

    ResponderEliminar